¿Vale la pena invertir en fotografía profesional?
El mundo de la fotografía profesional sufrió una revolución con el advenimiento de las cámaras digitales. Lo que dio muchos beneficios en el ámbito del usuario particular se convirtió en un problema en muchas empresas: a partir de ese momento, cualquier empleado osado podía hacer unas fotos con una cámara que lo hacía todo, ajustando automáticamente toda una serie de valores y ahora ya se podía prescindir de los fotógrafos profesionales.
Pero con el tiempo muchas empresas se dieron cuenta de que quien hacía las fotos no necesariamente sabía hacer un buen encuadre, tener en cuenta la luz ambiental, trabajar las sombras, resaltar las cualidades del producto… Los fotógrafos profesionales sabían hacer su trabajo, conseguir realzar las cualidades del producto de tal forma que un neófito sería incapaz de hacerlo.
Sin una buena imagen el producto parece peor
Tanto para empresas que venden productos dirigidos al usuario final como en negocios B2B, si no tienes el producto delante, una foto es la única forma de presentarlo a tus clientes. Solo tenemos que pensar en los catálogos de coches, sea en papel o por internet: sus fotografías están cuidadas hasta el último detalle, y cada una de ellas genera en nosotros un impacto suficientemente potente como para hacernos desear aquel vehículo.
¿Y qué pasa si el producto es una instalación fotovoltaica? ¿O un campo de trigo? ¿O unas grúas en un puerto? La fotografía profesional es, en estos casos, imprescindible.
En nuestra experiencia en el sector agrícola y en el de las energías renovables hemos demostrado que unas fotografías excelentes tienen mucho recorrido, se pueden utilizar en muchas acciones diversas y devuelven con creces la inversión realizada.
Así que a la hora de plantearte quién tiene que hacer las fotos de tu producto, no lo dudes: sólo un fotógrafo profesional tiene las herramientas, los conocimientos y la experiencia para conseguir que la foto sea tanto o más impactante que el producto real.
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